Mi nombre es Fran Farrú, amante del mar y del yoga. Cuando me preguntan cómo describirme, se me hace difícil, porque uno va cambiando constantemente. Aún así, hay características que perduran en el tiempo porque son parte de mi esencia y estas son: mi empatía, mi amabilidad, mi alegría, mi relajo, mi capacidad para cobijar a otros. Practicaba la filosofía del yoga desde muy pequeña pero hubo un momento que marcó un antes y un después. Estábamos en Punta de Choros jugando con la arena y contemplando el mar, cuando de repente me doy vuelta y veo a mi mamá practicando yoga. Esos movimientos me sorprendieron a tal punto que sentí el llamado a indagar en esto. Aquí fue cuando profundicé en Raja Yoga (el que conocemos como el yoga físico).

Despues de años de practicar constantemente, tomé la decisión de certificarme como Instructora de Yoga y otras disciplinas que me acompañan a enseñar y sostener a mis alumnos.

Esta conexión espiritual, que siempre tuve, la pude canalizar a través de la práctica del yoga, convirtiéndose así en mi forma de vivir. A temprana edad, supe cuál era mi misión en esta vida: Acompañar a las personas en el camino espiritual y a guiarlas en el proceso de liberación, esto es, comprender a Ananda (felicidad suprema).